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sábado, enero 22

Adicta al amor:

Con el pasar de los años una se sienta a reflexionar sobre su vida y concluir lo bueno y lo malo que ha hecho o le ha pasado, por supuesto he deseado ser protagonista de Efecto Mariposa, y encontrar el minuto exacto en que pude cambiar de rumbo y evitarme desilusiones, problemas y malas decisiones. Sin embargo he asumida estoica lo que hay en mi vida y me niego a quedarme quieta esperando a que las cosas pasen solas. Y por más que me crea con experiencia como la mujer de treinta y tantos que soy, sigo equivocándome a la hora de pensar con el corazón. La búsqueda de mi hombre-amante-objeto ideal no ha sido fácil, hasta hoy han resultado ser príncipes que se han convertido en sapos, y cuya convivencia con ellos ha desecho día tras día la magia original del emparejamiento. Los grandes amantes no han vivido juntos con la consiguiente pérdida de glamour. El amor verdadero respeta la individualidad del otro, y lo más importante no puedo vivir asfixiada 24 hrs en una relación, que me controla día tras día y practicando un sexo que ya se hizo rutinario y no es tema de Kamasutra sino de actitud y de interacción. Cuando todo se hace predecible pierde la gracia, ya sé cómo tocará, lo que me dirá, ya no me conmueven sus juramentos de amor eterno, ni sus miradas de adicción a mí, de hecho ya las considero frases hechas y repetitivas que ya no me provocan la menor satisfacción sino más bien una honda lástima. Es cierto, es mi culpa haber respondido a sus palabras de “amor incondicional” con varios obligados e inducidos “yo también”, pero qué podía decirle si este hombre vive torturándome con que soy su razón de vivir, su proyecto de vida luego de un divorcio difícil, que lo hice renacer de las cenizas como el Ave Fénix. Ahora en la arena sola con la naturaleza que sin duda es la mejor consejera y encuentro con una misma, se me abre el océano y los pensamientos, no me puedo engañar y la realidad es como es y después de ésta vida no hay otra y debemos buscar incansablemente la felicidad, que dadas las circunstancias me es un estado momentáneo e intermitente, es cómo un orgasmo que no puede ser eterno, así que en breve empacaré mis cosas y esperaré una nueva oportunidad así quieta sin apuros y ya con la certeza de que el amor no es para siempre, sino un estado temporal, que el tiempo que dura es maravilloso, pero cuando se vuelve molesto es mejor volar bien lejos y guardar lo poco bueno que quedó en la retina del corazón de ambos. No es para mí la muerte lenta de una relación, ni esperar a hacer que el me abandone, soy yo la que me aburrí y agarraré mis cosas y me iré, a veces es más difícil terminar una relación que comenzarla, aunque no niego que he tenido varios desafíos de conquista que he logrado y luego he perdido el interés, en el fondo soy una conquistadora de hombres, una seductora en esencia y soy feliz sin dueño, sin conocerles la faceta doméstica, todo es tan bueno cuando no hay temas burdos como el económico, la salud o el trabajo que me empujan cada vez más y más lejos de ese ser que ya no provoca pasión sino las ganas de salir corriendo como ahora con mis cajas y maletas, luego de encargar con entrega a mi nuevo domicilio un vibrador nuevo, porque por al menos un tiempo mi nuevo amante será a pilas.

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