Cada sonido de la tierra impregnándose de aroma a humedad, me lleva a aquel día de invierno marino en que tus dedos tibios aprendieron sin preguntas el camino hacia mi sed, esa de tantos meses enclaustrados, esa de honda furia acumulada entre las piernas del tiempo y el silencio mordido por mil sueños desatados.
Por mucho tiempo fuiste un espejismo intangible .Ahora surges desde el fondo como un arcoiris, atrapas mis sentidos para ponerlos en tu copa, bebes cada sorbo como si gota a gota perteneciera a tí desde viejos amaneceres, y el tiempo entre nosotros huele a eucaliptus iluminado por el frío, y eres tú soy yo enredados en la alfombra del deseo y las caricias que no se quieren despedir.