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lunes, julio 30

SEQUÍA DE MORBO:

Así rodeada de una misteriosa sequía de morbo, con una frigidez cibernétika, así me enkuentro, dejando el tiempo pasar y mis calenturas vuelvan a su sitio, este sitio, que se riega de mi fuente, de mi entrepierna y sus confesiones.
N
V
V
V

domingo, julio 22

HAY NOCHES..

Hay noches en que el deseo no puede salir al enkuentro
hay noches en q ue no puede desatarse el nudo palpitante y ansioso
de la entrepierna desnuda
esa que se sofoca en medio de la madrugada
vacía y hambrienta
como la noche sin luna

hay noches que la loba en celo
aulla mil veces en busca de la luna
hay noches en que la lluvia deja caer a pedazos los sin rumbo
las interrogaciones
otras
la razón no existe y se desatan los vaivenes
y el morbo ahoga las ausencias
y el autoplacer
sumerge los acasos .

sábado, julio 21

UNA PAUSA ...Y DENUEVO:

Sabía que el deseo estaba dentro de tí, que estabas siempre dispuesto como lo dijiste tantas veces, sabía que las nalgadas te enloquecían, y provocarte con la cola desnuda pareciendo casualidad era infalible.
Sabía que te ahogaba el estres, sin embargo el camino serpenteante de mi deseo no pudo más hasta provocarte y desatar aun a pesar de tus ronquidos el despertar de tus dedos que instintivamente me recorrieron como solo tú sabes hacerlo, pronto callaste y te pusiste sobre mí, cogiste mi mano y la llevaste a tu garganta, sabía lo que querías, ansiabas la falta de aire, el pequeño sofoco que te hace gemir y desearme aún más , luego llevaste mis dedos suaves y blancos por tus mejillas, tu barba estaba algo corta sin embargo lo suficiente para dirigir mi palma hasta entonces fría al lugar exacto, diez veinte treinta.. nosé cuantas embestidas todas igualmente excitantes y placenteras, una pausa y denuevo, otra vez amanece y en algún lugar canta un gallo avisándonos que es hora de dormir.

miércoles, julio 18

HISTORIAS 1

El ansiaba a Cristina en los brazos de otro, saber el momento exacto en que la dejaría partir al encuentro con su amante de turno, ella sabía que el dolor a él lo excitaba, sabía que era masoquista y que sufria como un condenado ante la idea de perderla, ella gozaba con eso, sabía de aquel extraño e incondicional a-mor.
El estaba dispuesto a todo, inclusive a compartirla, decia que solo vivia para ella, que ella y solo ella era su razón de ser, estaba dispuesto a consentir sus aventuras a cambio que permaneciese a su lado, arrodillado a sus pies le aseguro que nunca le cortaría las alas.
La imaginó varias veces oliendo a otro, sintiendo su entrepierna palpitante aún , lamiéndola como buscando rastros de aquella aventura fugaz.
Ante la sola idea de saberla con alguien que la deseara tan intensamente como él le hacia masturbarse, se la imaginaba viendola con las piernas abiertas en medio de un orgasmo escandaloso mientras ella le miraba a los ojos con una media sonrisa, como diciéndole luego será tu turno, deja embriagarme del aroma a sexo con este primero, luego volveré a tí aún excitada , con los poros llenos de placer, como el creia solo dos hombres podrían darle .El sabía secretamente que era un riesgo inmenso el que corria, la adrenalina de saberla mas satisfecha con otro lo volvia loco, tal vez tanto como cuando recibia las cachetadas mientras la estaba penetrando, como cuando ella estaba sobre el presionando su garganta y su miembro crecia mas y mas a pesar del sofoco.
Ella estaba dispuesta a satisfacer sus fantasías, menos la de dejarle mirar, sólo aceptaba contarle todo con morbosos detalles, y escabrosas recreaciones . Sabía que ante esto la erección de él sería inmensa, serían noches largas de un orgasmo tras otro como sólo el le había dado.
Secretamente imaginaba haciendole caso, y dejándose poseer por decenas de amantes, siendo una zorra libre e insaciable siempre dispuesta, su conciencia estaba tranquila ya que no sería engaño pues el sabría todo el tiempo lo que haría, sin embargo ella sabía también que no tardaría en marcharse de su lado, que sin duda la lujuria terminaría por enloquecer más aún a su amado, asi que optó por seguir siendo la misma, y tener sus amantes a escondidas, como debe ser...

martes, julio 17

HOY SOY UNA SANTA:



El calendario dice que hoy es santa Carolina asique, al menos por hoy, no seré ERÓTIKA jájájájá.

viernes, julio 13

miércoles, julio 11

UNA NOCHE DE ESAS :

Hoy es una noche de esas en que desearía durase una eternidad en este estado de calma, de coma voluntario de un placer permanente y estático, una tibieza profunda abrazándome como me gusta, arrimanda por silencios y metáforas quejumbrosas, untándole al deseo con los ojos, saboreando orgasmos de palabras antojadizas de algún autor lujurioso con la virtud de excitar páginas de frío color blanco así como mi invierno. Nada como unas letras encendidas por pasiones liberadas...ÉSTA NOCHE.

CINCUENTA VELAS
Volví a la estancia, absolutamente oscura, donde te había dejado encadenada. La tenue luz de la vela en mi mano iluminó débilmente la habitación, dibujando la sombra de tu cuerpo sobre la pared. En el hondo silencio, era posible escuchar tu respiración, de nuevo agitada ante mi presencia. Me acerqué a ti, apenas a unos centímetros de tu cuerpo desnudo y te ordené que me miraras. En la corta distancia que separaba nuestros rostros, la llama de la vela alumbró tu cara de niña temerosa. Contemplé el temblor de tus labios resecos, dulcemente entreabiertos para inspirar el denso aire de la habitación cerrada y sin ventanas, tu frente perlada del sudor provocado por el miedo y el calor, el brillo de tus ojos profundos y hermosos, inmensamente abiertos para mirar fijamente los míos que penetraban los tuyos, ahondando en ti, para descubrir tus secretos anhelos y tus miedos interiores. Inquieta por mi mirada penetrante, tensaste el cuerpo, aferraste tus manos a la cadena que te sujetaba y cerraste los ojos, desplomando tus largas pestañas sobre ellos. Bastó una orden rotunda para que volvieras a abrirlos y pude ver en ellos la ansiedad, la indefensa soledad atormentándote, el deseo de liberarte y de huir. Calmé tus miedos con mi dedo índice sobre tus labios, apretando el inferior como punto de partida de un lento descenso por tu barbilla hasta tu cuello, continuando por la recta senda que acababa en el estrecho sendero de tus pechos. Noté el escalofrío que agitó levemente tu cuerpo, el hondo suspiro inevitable, sin dejar de mirarte, permitiendo esta vez que tus ojos se cerraran para que pudieras acoger en lo hondo de tu intimidad las primeras sensaciones que provocaban las caricias de mis dedos sobre tus pezones que se irguieron inmediatamente, respondiendo obedientes al roce de mis manos.
Con extrema parsimonia, me alejé de ti y encendí, una a una, las cincuenta velas de los diez candelabros dispuestos en varios rincones de la habitación. Creció en intensidad la luz de la estancia, creando claroscuros anaranjados sobre tu piel desnuda. De lejos, te rodeé por completo para contemplar la total hermosura de tu cuerpo prisionero. Lo recorrí, palmo a palmo, con mis ojos, desde tus muñecas esposadas de cuero de las que partía la cadena que te ataba a un cielo imaginario, hasta la punta de los dedos de tus pies pequeños, firmemente posados sobre el suelo caliente. Me recreé en tus piernas semiabiertas, en la firmeza de tus muslos que apretaban suavemente la hendidura de tu coño deseado, en el delgado hilo de vello de tu pubis, en la planicie de tu vientre y el lascivo oasis de tu ombligo, en la incitante estrechez de tu cintura y en la anchura vertiginosa de tus caderas, en la doble circunferencia de tus nalgas prominentes, en la línea infinita y sinuosa de tu espalda, en la sensualidad sin límites de tus pechos firmes y redondos.
A la luz temblorosa de las velas, me adueñé de tu carne y de tu alma, estrujándote la piel entre mis manos, devorándote la piel entre mis labios, con profundas caricias que te hicieron gemir, con ardientes besos que te hicieron temblar, con secos y firmes golpes de mis manos contra tus nalgas que te hicieron llorar, con la voracidad apasionada de mi lengua explorando tus más íntimos rincones hasta hacerte gritar, con mi voz susurrada y poderosa que te hizo estremecer al sentirte mi esclava poseída, mi hembra dominada, mi puta prisionera del placer ofrecido por su dueño.
Desprendido de mi ropa, contemplé por última vez tu cuerpo mancillado de caricias, el convulso movimiento de tu vientre agitado por tu respiración jadeante, tus brazos elevados hasta unirse en la cadena, tu pelo desparramado sobre la húmeda frente, tus labios abiertos, tus ojos que ahora buscaban los míos con firmeza, inyectados en deseo, suplicando el placer aún no entregado. Asentando mis manos contra tus nalgas, elevé tus piernas que se enredaron y cruzaron alrededor de mi cintura, ofreciéndome la isla carmesí de tu coño empapado para ser conquistada por mi verga crecida y anhelante por cruzar la frontera de los labios de tu sexo inflamado por el deseo, taladrando tu interior de mujer definitivamente entregada y poseída, embistiendo el fuego de tu carne abierta y desflorada.
Una a una, se fueron consumiendo las cincuenta velas, como si cada uno de tus gritos desgarrados por el placer las fueran apagando. Desplomada tu cabeza entre tus brazos encadenados, tu espalda arqueada para ofrecer tus pechos a la salvaje invasión de mi boca, tus ardientes nalgas quemando mis brazos y mis manos, tus piernas apretadas contra mi cintura, tus rodillas clavadas en mis costados, tu cuerpo convulso por el febril movimiento de mi polla entrando y saliendo con dureza de tu coño circundando la carne de mi sexo, tragándolo y destragándolo entre gemidos, tuyos y míos, esclava y dueño unidos en un solo grito de placer.
La última vela se extinguió, dejando la estancia completamente a oscuras. Penetré por última vez tu sexo, invadiéndolo por completo hasta sentir el roce de tu coño en mis testículos. Y en la densa oscuridad sobrevenida, te inundé el interior con mi leche caliente, mientras tú desvanecías en el aire un último grito desgarrado, intenso, estremecedor, antes de aflojar tus piernas, de liberar mis manos de tus nalgas y dejarte en pié, apenas sostenida por la cadena, temblorosas aún tus rodillas, jadeante y sudorosa, buscando con tus ojos los míos para clavar en ellos tu mirada limpia y brillante, la profundidad de tus pupilas hermosas de niña sometida y entregada a los deseos de su dueño.

domingo, julio 1

CONTRA LA HOMOFOBIA :

Para quienes somos hétero no concebimos que las piezas del rompecabezas sean iguales, y no una encajada en otra como lo dice nuestra naturaleza, sin embargo la razón nos dá la posibilidad de elegir así como también la de respetar la elección de cada uno. Tolerar no significa ser, y mientras haya A-mor bienvenidas todas sus manifestaciones.

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