La fantasía
de buscar el amante-amor-objeto de deseo ideal sabemos cuesta hacerla realidad, más que cualquier otra fantasía básica de posición kamazutresca,
definir al espécimen ideal se hace una ardua labor que mezcla peligrosamente la teoría con la
realidad, y asumir que se tiene de
amante a alguien que está muy
lejos de ser perfecto.
Pero
el tema que hoy me mantiene insomne es cómo
definir al “equivocado”, y qué cosas son
transables ante esta caricatura de
príncipe. Y no puedo dejar de mencionar el término que últimamente
creamos con mi amiga que ya tiene un “analfabestia” entre sus sábanas - porque no tiene educación formal y
hasta habla con faltas de ortografía- nos reímos a rabiar de sus mensajes de texto, donde la real academia de la lengua de seguro lo
vería como un terrorista del lenguaje.
Sin
embargo sus habilidades eróticas
suprimen cualquier vestigio discriminador a la hora de sus encuentros y el título de mejor amante de su vida,
mantiene a mi querida amiga haciendo
ojos y oídos sordos, para sólo considerar lo que sale y la hace sentir con su entrepierna.
Y le encuentro toda razón, a veces los más brutos son mejores amantes,
los menos letrados, más poetas en la
cama, y lo que menos proyección tienen son
con quienes más se disfruta, aún
cuando tarde o temprano las diferencias sociales ahoguen a
uno u otro, ya que con el tiempo
hay que salir de las cuatro
paredes y socializar.
Reconozco
que no he caído en ignorar lo de la
educación, sin embargo llego a mi vida un analfabestia, que no ha
dado ni un solo paso en falso esperando
que yo dé el primero, me intriga hasta cuando soportará sin lanzarse al ataque, es un juego peligroso, compartir sin que pase nada,
y guiarse por miradas y detalles que no veía desde hace mucho.
Ha sido un
caballero de esos que ya no
existen, y la sutileza de sus manos es
digna de cualquier seudo aristócrata que
he conocido hasta hoy, me intriga su paciencia y no pienso dar el
primer paso, porque seducirlo y ponerlo nervioso me encanta y saborear
la ansiedad de sus ojos me ha
dado un placer nuevo: el de la conquista en cámara lenta.
La
adrenalina de no saber cuando me agarrará desprevenida para besarme,
sentir como su piel despierta con el roce de mi cuerpo que sin duda ha imaginado varias
veces se irá entibiando hasta hervir
debajo de ese campesino de mirada intensa,
de manos gruesas y
trabajadas, ásperas por el roce de las
riendas del caballo, y que seguro sabe
muy bien usar.
Creo
que sospecha que no es para mi – en teoría – porque ya insinuó algunas cosas y
tiene razón no puedo descartarlo si no lo he probado.
Siempre
he sido racional, y hasta ahora sólo he
cometido equivocaciones por irme
por los guapos y bien dotados y no por lo de adentro, me he dejado llevar por la figura y no el fondo y he pensado hacer un cambio radical y
comenzar a irme más por el fondo . Ya que
puedo enumerar ya varios amantes bellos y cultos pero sin corazón.
Acaso valdrá la pena dejar de seguir las reglas
de conveniencia, y correr el riesgo
de sumergirme en las sábanas de este
diamante en bruto?. Y recuerdo los capítulos de la serie Infieles donde el
jardinero, el albañil de la
construcción, el repartidor de pizza han resultado ser verdaderas máquinas
sexuales, ¿porqué este campesino no puede ser de esos?, talvez esa parsimonia
esconde un amante fogoso e incansable y, así como dicen los mujeriegos “en la variedad
está el gusto”, porqué yo no podría
“variar” , y entonces qué seria yo una ¿“hombreriega”? Si, suena bien: variedad en todos los ámbitos porque cada uno
tiene su encanto, algunos a la vista, otros
con los ojos cerrados, la luz apagada, las sábanas húmedas y la entrepierna a 40
grados, con el presente estancado sin ayer ni mañana, solo los instintos emergiéndose entre dos
amantes huérfanos y ardientes, sin más nada en común que una pasión a
satisfacer, tal vez muchas más veces que las presupuestadas.