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domingo, abril 27

LOS PIES Y SUS DEDOS:

"Hay zonas que la naturaleza no las dotó de todo el esplendor o el interés que provocan otras, o más bien zonas del cuerpo en que lo práctico queda tan en evidencia que a una se le olvida explorarlas, lamerlas, morderlas, besarlas, chuparlas, quererlas… Zonas que la mayoría trata de feas, como los pies. Me he pasado la vida escuchando que los pies son horribles, asquerosos, que a todo el mundo le cargan, bla, bla, bla…Y yo, es cierto, he participado de ese piño que ha vilipendiado a los pies durante mucho tiempo. No relataré acá mi conversión en devota de los pies, porque en este caso no hubo revelación alguna ni rayo divino que me atravesó ni se hizo la luz en mí para descubrir que los pies eran mejor que las vergas… No vengo a exagerar acá. La verdad es mucho más simple: hoy, como cada mañana de Dios, estaba echándome crema en el cuerpo y miré mis pies que, por cierto, llevo con las uñas rojas como siempre en esta época, y me acordé que jamás había reparado en ellos a la hora de hacer esta columna y no por falta de uso.A mí me gustan mis pies y los dedos de mis pies también. No sé si son lindos o feos, pero me gustan, son largos y huesudos. Será porque me gustan los míos que me han gustado algunos de los hombres que han estado en mi cama, pero la verdad es que he querido sólo a los pies y sus dedos que se parecen a los míos. He despreciado a los pies rechonchos de dedos cortos y gordillos. Esos me han desagradado a decir verdad. Pero los largos y huesudos me gustan.Los pies, además, son un lugar al que he llegado más tarde, más lento. Al menos cuando he llegado hasta allá es porque esa persona me ha gustado mucho. Una expresión de intimidad, por ejemplo, para mí ha sido la vez que le he lamido los pies a un hombre, cuando llena de saliva mi boca, muy caliente, ha bajado hasta su dedo gordo y me lo he comido lento con mi boca y lo he lamido con mi lengua, para después seguir con cada uno de los dedos…Un pequeño rito que no ha pasado inadvertido ni para él ni para mí. Cuando metí sus dedos en mi boca sentí cómo se descolocó, cómo intentaba sacarlos entre mezcla de pudor, cosquillas y poca costumbre y desde abajo mirándolo, mi lengua y yo insistimos en lamerle los dedos, pero para mí también era nuevo, los dedos eran grandes, huesudos, firmes, secos no estaban acostumbrados a lo blando a lo cálido, a lo suave y de a poco sus dedos y mi boca se fueron encontrando hasta que dejé de lamerlo y subí lento por su pierna hasta dejar mi entrepierna clavada en sus dedos mojados con mi saliva. Apenas la punta de sus dedos que de a poco de fueron clavando más profundo en mi entrepierna que los sentía toscos, pero cada vez más dóciles… Lamer los pies, qué imagen de sumisión me viene a la cabeza cuando me veo en ese lugar…Y me gusta la sorpresa, el impacto de hacerlo y la entrega de él y la mía.Los odiados pies y sus dedos…Qué estupidez, porque no hay mejor momento cuando un hombre, sin el afán de hacerse el galán (que eso es patético y además abunda) logra cazar mis pies en sus manos para acariciarlos y cuando logro dejarme y no salir huyendo del pudor, pues hay pocos puntos tan placenteros y que te desarmen más que cuando alguien te da masajes en los pies con crema y los recorre suave… Ese momento cuando uno se deja, cuando ya no hay cosquillas y están los pies de uno en las manos del otro, rendida, sin opción de salir corriendo. No soy coleccionista de pies como lo he sido de vergas. Los pies y sus dedos son más difíciles, lentos y honestos. "
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lunes, abril 21

viernes, abril 18

CORNUDEZ PLATÓNICA:

En el siglo XVIII estaba de moda entre las damas de alta alcurnia tener un cortejo.Se trataba de elegir un amigo íntimo y darle libre entrada a la casa cuando el marido estaba afuera, algo muy frecuente. Este compañero de confidencias charlaba con la mujer de temas diversos, la acompañaba a la iglesia y le aconsejaba sobre el vestido y el maquillaje.Por supuesto, el marido conocía de su existencia y lo aceptaba sin mayor problema, porque las relaciones eran puramente platónicas. Este cortejo, tenía como única condición que la amada rechazara al pretendiente y no hubiera consumación. Una circunstancia aceptada de buena gana por el enamorado poeta, que se suponía que con esa dosis de sufrimiento podría crear con mayor intensidad. Aunque sospecho que más de alguna parejita no cumplió con la exigencia de quien se creía cornudo platónico jajajjaj
FELIZ FIN DE SEMANA!!

miércoles, abril 9

OTOÑO:

Comienza el otoño las calles una vez más tapizadas de hojas secas, ésta es mi estación favorita la del temporal que se aproxima, ya pronto llegaran las lluvias esas interminables que invitan a sumergirse entre las sábanas obviamente en compañía, es que no hay algo más afrodisíaco que oír la lluvia, ni nada más triste una noche de truenos sola en una cama, mis mejores incursiones erótikas han sido durante ésta estación, es como un regreso al romanticismo clásico a la poesía metafísica e intensa. Besos erótikos.

viernes, abril 4

BUEN FINDE!!

Saborear el deseo, la piel y la pasión, usar los cinco sentidos a la hora de sexear. No dejar ni un segundo a la deriva, y sobretodo repetirse, como si fuese el último día...que tengan un ERÓTIKO fin de semana.

miércoles, abril 2

HISTORIA DEL VIBRADOR:

El vibrador es un complemento sexual que se utiliza durante el acto sexual o la masturbación. Por ejemplo, la mujer lo puede utilizar sola para estimularse el clítoris hasta provocarse un orgasmo, o como otra fuente de estimulo mientras el hombre la penetra vaginalmente.
Hacia el año 1880, cansado de masturbar manualmente a sus pacientes, el doctor Joseph Mortimer Granville patenta el primer vibrador electromecánico con forma fálica. Durante el siglo XIX, el masaje de clítoris es considerado el único tratamiento adecuado contra la histeria, de manera que cientos de mujeres acuden cada día a su médico para que les masajee la zona y les induzca a un "paroxismo histérico", hoy conocido como orgasmo.

La mayoría de los vibradores estaban enfocados a las mujeres, pero también se diseñaron algunos para uso masculino, incluyendo modelos en forma de cinturón que se decía ayudaban a estimular la circulación y vibradores internos para dar masaje y “descargar” la próstata.
La imagen y reputación de los vibradores cambió completamente a mediados del siglo XX por dos razones. La primera fue que en 1952, la Asociación Americana de Psiquiatría declaró oficialmente que la histeria femenina no era una enfermedad legítima, sino un mito anticuado. El segundo motivo fue que la popularidad del cine en general hizo que las películas pornográficas tuvieran más difusión, y varias de ellas mostraban actrices utilizando el vibrador como juguete sexual.
Los vibradores se vendían disfrazados de utensilios de terapia. Cuando salió a la luz que el tratamiento para la histeria femenina era básicamente una sesión de masturbación (ya que la enfermedad no existía) , y el cine porno demostró los hechos en pantalla grande, la gente empezó a ver a los vibradores como objetos de perversión sexual. Esto causó que los vibradores desaparecieran de las revistas femeninas, catálogos y estantes de tiendas populares como Sears Roebuck donde se habían vendido por casi medio siglo.

La sexóloga Betty Dodson empezó a utilizar vibradores en sus talleres de salud sexual femenina a mediados de la década de 1970 y después de varios años los aparatos fueron reapareciendo en los estantes de varias tiendas. El uso del vibrador recibió otro impulso a mediados de la década de 1980, cuando en medio de la crisis del SIDA, el Cirujano General de los Estados Unidos lo incluyó en una lista de practicas de sexo seguro. Hoy en día es generalmente aceptado que el uso de los vibradores no causan ningún efecto sexual negativo y que se pueden disfrutar en pareja como parte de una relación sexual sana.
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