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domingo, noviembre 30

PASIONES INCONCLUSAS:

Hace unos días recibí una llamada de un casi amante, y digo casi por que así fue, éramos amigos de esos que se besan de vez en cuando y se dejan querer, el desaparecía cada vez que yo tenia algún novio oficial, ups reconozco que la fidelidad absoluta nunca ha sido mi fuerte, hasta que una vez estando de visita en la ciudad en que él vivía me invitó a conocer su nueva casa. Entramos y casi no habían muebles, nos sentamos sobre la cama y comenzamos a conversar, de pronto estábamos desnudos, y yo allí vírgen e indiferente, pensar que alguna vez estuve sin la química explosiva que hoy me provoca ver el cuerpo de un hombre con sus sentidos erectos por mí... en fin, aún era un cuerpo de niña, no sabía lo que me perdía , sin embargo seguimos siendo tan amigos como siempre. Me pregunto si él apareció buscando cerrar aquello pendiente entre nosotros...yo creo que sí.

MÁXIMA :


lunes, noviembre 24

“Fui católica hasta que me dijeron que masturbarse era pecado".

LOS SONIDOS DEL SEXO :

"El sonido del sexo tiene versiones clichés como los jadeos: “Ah…ah… ah…ah…aaaaahhhh” o “Ai…ai…ai” o los ya clásicos “Yes…yes….yes…”o “I´m coming baby” de película porno gringa. Clichés ridículos que sirven para reírse, pero como el sexo es una larga lista de clichés, en circunstancias de embotamiento sexual, pues estos siguen siendo efectivos. No puedo negar que un buen jadeo en un momento adecuado es un aliciente para endurecer la verga o que una buena escena porno con el horrible y vapuleado texto “I´m coming baby” sigue siendo calentón. Y es en estos detalles que me doy cuenta que el maldito poder del sexo, en que uno puede seguir por manual los rituales más desgastados, funciona… Pero los sonidos, volvamos a los sonidos… eso me obsesiona ahora.
Siempre he sido una entusiasta del sexo con texto, de la cochiná dicha al oído, de la guarrada bien puesta, de la chulería, de la ordinariez, del texto chocante asqueroso y lo que es aún peor, de las historias, eso de estar revolcándose y hablando a la vez, describiendo una situación… te agarran perra y te dan entre cinco… ¿está caliente la guarra?…toda mojada la verga enorme, dura…dile que me la meta hasta el fondo… cómemela…cógeme… Parece que me da pudor hasta escribirlo, porque el asunto es que desde hace un tiempo el texto se me ha vuelto algo molesto e incómodo. Al principio pensé que era porque había cambiado de hombres, pero eso no es sostenible porque yo con mayor o menor dificultad les he enseñado a todos a hablar –bueno, los que valen la pena- así es que no es la razón. Estoy pasando por un momento de menos agresividad y más suavidad, de más sutileza, algo que es raro en mí. Se me fue a dormir la perra desenfrenada y apareció la que llamaría la gata de chalet. Una tipa más floja, más pilla, que le cuesta más derretirse, menos extrovertida, menos servicial y silenciosamente prepotente. Si las comparo a ambas y fueran droga, diría que la perra consume cocaína y la gata, opio. A la gata no le gustan las palabras, ni la música, no le gusta mucho hablar ni las historias guarras, más bien le gustan al oído las palabras que la adulan, que la hacen sentir la mina más hermosa y deseable del condado, está por sobre las otras en todo, en belleza, en estilo, en suavidad, en clase… de hecho es incomparable. A esa gata le gusta el sonido de la verga cuando se golpea contra la carne de la entrepierna del hombre: ese sutil sonido de pequeño látigo de carne la enloquece. A la gata le gusta el sonido de los labios de su entrepierna cuando ella se los toca y se los moja con saliva y de a poco todo se va humedeciendo, ese sonido de los labios que se baten. A la gata le gusta el sonido de la lengua cerca del oído, pero hay dos lenguas distintas, la que raspa y va lenta y arenosa… y la húmeda, que avanza rápido como una ola y resbala. A la gata le gusta el quejido suave y contenido de un hombre, no su grito ni su euforia. A la gata le gusta el sonido de la lengua del hombre cuando le come la entrepierna, cuando la lame, cuando la lengua escarba entre las piernas y sus labios succionan su jugo. A la gata le gusta el sonido de la lengua que va de arriba abajo entre sus piernas desde el clítoris al culo en una sola lamida larga y húmeda. A la gata le gusta su propio sonido al comer la verga y sobre todo el que provoca cuando se la come abriendo y cerrando los labios y haciéndola entrar un poco más cada vez o cuando se la traga entera, la succiona y apretando los labios la saca de la boca rápido como si destapara una botella. Le gusta la respiración suave, los jadeos suaves, la ausencia de palabras y de música, le gusta el sonido de los perros del barrio cuando se revuelca con la ventana abierta, el viento que mueve un poco los árboles, adora el calor que ahoga y que no exista más explicación que los sonidos calientes y silenciosos de ese sexo que no grita ni chilla pero que estremece y clava." THE CLINIC

jueves, noviembre 20

QUE CALORRR!

Hace mucho calor por estos días, los hombres no dejan de mirar mi pecho y mi trasero, andan todos muy atentos, sensibles y perceptivos ante cualquier insinuación. Ayer en la feria no pude evitar fantasear con el vendedor de frutillas, era joven, no le habia visto antes allí, con el pelo negro hasta los hombros, impecable, su polera dejaba ver sus músculos, buenas piernas, linda cara unos ojos azules tremendos, una exhuberante combinacion de lado femenino con el masculino, imaginaba sus tremendas manos cubriéndome con las frutillas, y el saboreando cada una...UFFF QUE CALOR!

sábado, noviembre 8

PRIMAVERA :

Suavemente el sol entibia más que de costumbre, son mayores las horas de luz, el deseo florece así como los árboles, la pasión también florece y se deshoja. Por suerte las estaciones son cíclicas asi como los deseos, la lujuria y el hambre de coger.

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