Las chicas buenas no sólo deben tener cara de serlo sino demostrarlo, en principio ser una chica buena era lo socialmente correcto mientras más discreta, fiel y dedicada mejor. Con el tiempo descubrí que ser la chica buena era un tanto aburrido ya que con el pasar de los días,
semanas, meses y años toda relación se convierte en monotonía quiérase o no, como si la estabilidad trajera consigo la rutina inmediata: indigerible y repulsiva.
Poco a poco me fui convirtiendo en AMA, esquivando lo predecible por algún tiempo, ahogándome poco a poco en la absoluta idolatría y sumisión profesada por mi ex-esclavo-permanente. Como todo juego que se practica por mucho tiempo, aprendi a usar mi juguete a mi antojo, sometiéndolo de distintas maneras, satisfaciendo todas y cada una de sus fantasías.
Al final el esclavo fue Amo y la Ama la sumisa...sin descubrirlo hasta hoy.
1 comentario:
todo instrumento tiene una nota que lo hace sobresalir sobre todos. No se cual es la cuerda, pero suena bien.
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