Sintiendo la sùtil sinfonìa de la soledad màs absoluta, en un dìa de invierno que naciò siendo noche, desvistiendo los silencios e inundando la habitaciòn entumecida por la tibieza dulce del calienta cama, leo el libro del Marquès de Sade, cada segundo avanza sumergida en su mundo de lujuria y decepciòn , de pronto mi pezòn comienza a picar, y no puedo evitar introducir mis dedos fríos bajo el encaje, y acaricio suavemente mi pezòn que reacciona erecto y tibio ante mi roce.
Ya habìa olvidado lo que es este monte de suavidad, que tenìa abandonado a sòlo aquellas memorias de su boca saboreàndome como si no existiese manjar màs absoluto que mi cuerpo,que mi deseo hirviente sobre aquel amante desatado, sometido a merced de mis pasiones.
2 comentarios:
que sutileza ese pezón aún vive del recuerdo...besos...y no solo eso caricias también.
Cada caricia quieta y sumergida en este cuerpo nunca se olvida y abriga esos días de sàbanas frias y vacias .Besos erótikos mi querido.
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