Conocer gente por internet me resulta una moda facilitadora de muchas cosas, el concepto de vida ciber-social está sumergiendo a muchísimas personas en autistas voluntarios, fomentando el encierro y la obesidad, ya que para este tipo de encuentros no necesitas generalmente cambiarte de ropa, maquillarte, ni estar perfumada, dejamos ver sólo lo que nos interesa mostrar, y nuestros objetivos pueden ir desde la amistad a través de la pantalla hasta la seducción.
Gracias a internet he perdido y ganado, perdí la confianza en mi ex marido que no titubeó a la hora de bajar un programa espía y leer descaradamente todo lo que yo escribiera quien sabe por cuánto tiempo antes de descubrirlo, así también pude descubrir las contraseñas de sus correos electrónicos y quitarme la venda de los ojos ante su supuesta incondicionalidad y veneración cuando en ese entonces me llamaba DIOSA. También me han agregado por el Messenger muchas personas gracias a mi blog ampliando mis amistades ciber a otros países aprendiendo de sus culturas, modismos e incluso formas de seducción.
Así como hay algunos y algunas que no nos importa mucho si la cámara se enciende o no de forma espontánea, hay otros que enfermizamente insisten en no comunicarse si no tengo la cámara web encendida con el afán de ver y dejarse ver, ya no me sorprende la cantidad de hombres ciber exhibicionstas que me han tocado, y me resulta ser desagradable la sorpresa cuando no estás preparada para el morbo en las horas más absurdas, enciendes la cámara y te encuentras con una mano bajando por un pantalón, un cinturón abriéndose, o así sin anestesia un órgano erecto: desatinada forma de presentación, así lo único que han ganado es ser borrados e inadmitidos como contactos en el acto.
También me han tocado proyectos de esclavos, sí leyeron bien, saludan absolutamente a mis pies dispuestos a ser juguetes para cumplir todo tipo de capricho mío, pidiendo órdenes a seguir y rituales a cumplir encontrando un nuevo tipo de sadomasoquismo, teniendo a un ciber esclavo incondicional a toda clase de padecimientos con fidelidad ciega a una AMA osea yo, confieso haber jugado a serlo varias veces, los españoles puedo decir según mis estadísticas, y subjetividad absoluta que son los gusanos más arrastrados y obedientes, y atractivos que me han aparecido a través de esta pantalla.
¿Será que en la vida real no tienen a quien mostrarle sus dotes? Bueno para mirar no falta, la fauna masculina es extensa, y hay de todo, sin embargo el tema da para largo. Algunos por supuesto se enamoran hasta el punto de emprender la aventura adrenalínica de atravesar la pantalla y conocer personalmente al nuevo objeto de deseo encontrándolos a veces que son más bajos, más gordos, más flacos, y con un aroma a piel o un mal aliento que los hace rechazar inmediatamente queriendo a los 2 minutos salir corriendo ante semejante decepción.
Hay que tener presente que la cámara distorsiona y no deja ver detalles importantes en la imagen. El punto es que estamos perdiendo la capacidad de relacionarnos en forma directa y la tecnología era para complementar la vida no sólo para reducirla a su mínima expresión. Prefiero hablar con mis amistades y familia en persona antes que por teléfono, y seducir en persona y no a través de la pantalla, donde ves a los ojos al otro, lo hueles, y lo mejor lo tocas.

































Sin hablar el hambre se desató en medio de la cama, hacía frío pero el calor de su piel pegada a la mía hacía del calor insoportable, no tarde en quitarme lo poco que llevaba puesto para dormir, el intento quedarse entre mis piernas, intentó inmovilizar mis muñecas con la suave fuerza que el sabe utilizar para atraparme y jalarme el cabello como la sumisa que el sueña tener entre sus manos, con las nalgas acariciadas a fuego, con todo el desespero de sus ansias. Pronto me escape de sus deseos, nunca le permitiré hacerme su esclava, asi que me monté sobre el al primer descuido mientras empuñaba mis cabellos enmarañados y rojos con fuerza, mis quejidos le hicieron soltar un poco, y entre besos le ate las manos a las barras de la cama, luego cogí un almohadón sobre su rostro y presioné su cuello para sentir como crecía dentro de mí a cada galope perdiendo la cuenta de cuantos orgasmos.No me importó su respiración dificultosa, no me importó que estuviera a punto... sólo me importó que estaba allí y era mi objeto, y que recuperaba su lugar en mi cama y en mi vida.


"Hay zonas que la naturaleza no las dotó de todo el esplendor o el interés que provocan otras, o más bien zonas del cuerpo en que lo práctico queda tan en evidencia que a una se le olvida explorarlas, lamerlas, morderlas, besarlas, chuparlas, quererlas… Zonas que la mayoría trata de feas, como los pies. Me he pasado la vida escuchando que los pies son horribles, asquerosos, que a todo el mundo le cargan, bla, bla, bla…Y yo, es cierto, he participado de ese piño que ha vilipendiado a los pies durante mucho tiempo. No relataré acá mi conversión en devota de los pies, porque en este caso no hubo revelación alguna ni rayo divino que me atravesó ni se hizo la luz en mí para descubrir que los pies eran mejor que las vergas… No vengo a exagerar acá. La verdad es mucho más simple: hoy, como cada mañana de Dios, estaba echándome crema en el cuerpo y miré mis pies que, por cierto, llevo con las uñas rojas como siempre en esta época, y me acordé que jamás había reparado en ellos a la hora de hacer esta columna y no por falta de uso.A mí me gustan mis pies y los dedos de mis pies también. No sé si son lindos o feos, pero me gustan, son largos y huesudos. Será porque me gustan los míos que me han gustado algunos de los hombres que han estado en mi cama, pero la verdad es que he querido sólo a los pies y sus dedos que se parecen a los míos. He despreciado a los pies rechonchos de dedos cortos y gordillos. Esos me han desagradado a decir verdad. Pero los largos y huesudos me gustan.Los pies, además, son un lugar al que he llegado más tarde, más lento. Al menos cuando he llegado hasta allá es porque esa persona me ha gustado mucho. Una expresión de intimidad, por ejemplo, para mí ha sido la vez que le he lamido los pies a un hombre, cuando llena de saliva mi boca, muy caliente, ha bajado hasta su dedo gordo y me lo he comido lento con mi boca y lo he lamido con mi lengua, para después seguir con cada uno de los dedos…Un pequeño rito que no ha pasado inadvertido ni para él ni para mí. Cuando metí sus dedos en mi boca sentí cómo se descolocó, cómo intentaba sacarlos entre mezcla de pudor, cosquillas y poca costumbre y desde abajo mirándolo, mi lengua y yo insistimos en lamerle los dedos, pero para mí también era nuevo, los dedos eran grandes, huesudos, firmes, secos no estaban acostumbrados a lo blando a lo cálido, a lo suave y de a poco sus dedos y mi boca se fueron encontrando hasta que dejé de lamerlo y subí lento por su pierna hasta dejar mi entrepierna clavada en sus dedos mojados con mi saliva. Apenas la punta de sus dedos que de a poco de fueron clavando más profundo en mi entrepierna que los sentía toscos, pero cada vez más dóciles… Lamer los pies, qué imagen de sumisión me viene a la cabeza cuando me veo en ese lugar…Y me gusta la sorpresa, el impacto de hacerlo y la entrega de él y la mía.Los odiados pies y sus dedos…Qué estupidez, porque no hay mejor momento cuando un hombre, sin el afán de hacerse el galán (que eso es patético y además abunda) logra cazar mis pies en sus manos para acariciarlos y cuando logro dejarme y no salir huyendo del pudor, pues hay pocos puntos tan placenteros y que te desarmen más que cuando alguien te da masajes en los pies con crema y los recorre suave… Ese momento cuando uno se deja, cuando ya no hay cosquillas y están los pies de uno en las manos del otro, rendida, sin opción de salir corriendo. No soy coleccionista de pies como lo he sido de vergas. Los pies y sus dedos son más difíciles, lentos y honestos. "