EL CHOCOLATE:

Hace tiempo no lo sometía, pues no lo había merecido, sin embargo, las bofetadas del postre de hoy le hicieron sonrojar de tal manera que su excitación quedó postergada para la noche, se marchó erecto ansiando más castigos, planeé toda la tarde esta sesión para mi placer y el suyo...
LLegó con su ropa de esclavo y se arrodilló poniendo entre mis manos el látigo y un chocolate. El ambiente estaba agradable,el fuego encendido el esclavo ansioso, y yo con las manos palpitantes. Puse un par de varas de incienso en sus labios mientras iba a buscar un par de velas. Cuando volví permanecía en su lugar y las varitas de incienso ya iban por la mitad. Encendí las velas, y comencé a derramarlas sobre su espalda, el tenía la órden de no emitir sonido ni escaparse, o sería duramente azotado.
A cada gota podía descubrir como se erectaba mientras se retorcía en el suelo.Luego puse un trocito de chocolate en mi entrepierna y le ordené comerlo todo hasta la última gota a medida que se fuera derritiendo. Aún puedo sentir su lengua desbocada, mezclada con el sabor tibio de mi entrepierna, también derretida. Aún siento al esclavo enmascarado obedeciendo la órden de beber hasta la última gota de mi deseo, mientras le permití liberar sus manos esposadas y sudorosas para descubrir el serpenteo de mi placer, de mi ansiedad a la luz del fuego de la chimenea. Allí sobre la alfombra...