
Estela concurrió a la cita después de medianoche, no era cita a ciegas pues ya se conocían en el ciber espacio, El le había propuesto ya varios encuentros, sin embargo ella no había aceptado, la curiosidad la consumía y la adrenalina era tan exquisita como ya hace meses no saboreaba hasta que un día aceptó ir a lo que parecía sin riesgos de caer en brazos del hasta entonces desconocido.
Él abrió la puerta y le sirvió un trago tembloroso en el sofá, ella quedó con las manos pegajosas con la copa de Martini tambaleante, notando de inmediato su nerviosismo, manteniendo la calma entró a la cocina a lavar sus manos sin decir palabra, de regreso él comenzó a darle su impresión sobre su presencia y lo que en él había provocado, se notaba ansioso por saber que le había parecido a ella, ambos se gustaron y se lo dijeron sin rodeos luego de poner las copas de Martini sobre la mesa ella se quedó de pie observando cada movimiento de Manuel , él se acercó despacio y quedaron frente a frente, se miraron la boca y la cogió por la cintura para besarla, ella sintió como fluía de pronto una tibieza dulce hasta la punta de los pies, cada beso aceleraba su corazón y humedecía su entrepierna, luego su boca comenzó a mordisquear su cuello, entre besos y manoseos descontrolados, podía oler la piel de él y la volvió loca de deseos.
Manuel le sacó suavemente la blusa sin decir palabra y la sentó sobre él perdiendo su boca entre sus pechos, comenzaban a conocerse con toda la lujuria del mundo... Él pronto se quitó la camisa y su aroma terminó de envolverla completamente, la química era evidente y comenzaban a perder la cabeza recostándose sobre la alfombra, inundados de caricias y besos desesperados, Estela iba sólo por un trago, y terminó revolcándose como hace tiempo no lo hacia en ese cuerpo que no hacia más que satisfacerla en todas las posiciones que surgieran espontáneamente.. al fin había encontrado un amante como deseaba de hace meses, uno con aguante, uno al que no le bastara una por noche, uno cuya erección no cabía dentro de su boca...cuando comenzó a amanecer Estela se marchó queriendo más y creyendo que este hombre que había llegado a su vida había sido un espejismo, un regalo divino de la vida que comenzaba a tener sentido.
Talvez no habrían más encuentros, pero ya no importaba nada, había sido tanto placer que para qué echarlo a perder pensando en el mañana, fue demasiado bueno para ambos, que sin duda tuvieron el mejor sexo en mucho tiempo sin necesidad de falsas promesas.
Hasta que una mañana de sueño profundo Estela recibió su llamada, estaba segura de no haberle dicho nada sobre la fecha, sabía que estaba de vacaciones y que no regresaría hasta quien sabe cuando, que alegría, cuando le pidió ir a su casa.Había estado toda la semana pensando en sus encuentros ojo que no extrañándolo, por que eso es muy distinto.
Aún podía sentir su respiración, sus gemidos de placer a cada caricia, el allí sumergido en su piel hambrienta, sin más palabras que sus dedos abrazándose a su cintura como una serpiente sin control, ansioso y tibio sonrrojado con la mirada de fuego cubriendo sus sábanas de esa pasión que hace años no sentía, esa sed de su cuerpo restregándose, la necesidad satisfecha de ese aroma, de esa boca de esa lengua, que ya comenzaba a extrañar. Es exquisito encontrar un nuevo objeto de deseo, sin pasado sólo presentes y puntos suspensivos, sin prisa. Mientras no involucren sentimientos estará todo bien, mientras la necesidad de estar juntos no se haga tortuosa podrán seguir gozándose.
Sin duda fue el mejor regalo de cumpleaños que pudo tener Estela, y el que más ha gozado literalmente.Y aquel amante aunque dezconoce las letras que hoy inspira, y el deseo que enciende con su solo recuerdo.

































Sin hablar el hambre se desató en medio de la cama, hacía frío pero el calor de su piel pegada a la mía hacía del calor insoportable, no tarde en quitarme lo poco que llevaba puesto para dormir, el intento quedarse entre mis piernas, intentó inmovilizar mis muñecas con la suave fuerza que el sabe utilizar para atraparme y jalarme el cabello como la sumisa que el sueña tener entre sus manos, con las nalgas acariciadas a fuego, con todo el desespero de sus ansias. Pronto me escape de sus deseos, nunca le permitiré hacerme su esclava, asi que me monté sobre el al primer descuido mientras empuñaba mis cabellos enmarañados y rojos con fuerza, mis quejidos le hicieron soltar un poco, y entre besos le ate las manos a las barras de la cama, luego cogí un almohadón sobre su rostro y presioné su cuello para sentir como crecía dentro de mí a cada galope perdiendo la cuenta de cuantos orgasmos.No me importó su respiración dificultosa, no me importó que estuviera a punto... sólo me importó que estaba allí y era mi objeto, y que recuperaba su lugar en mi cama y en mi vida.

