miércoles, noviembre 29

A 120 KM

No me pude resistir a la velocidad, la oscuridad y el calor del momento, allí estaba él atento, concentrado ignorándome, de cabeza al pavimento, con su boca silenciosa y su perfil inmutable.

Estaba aburrida, melancólica, no podía comprender cómo el fuego se había desaparecido, que sus dedos no me acariciaban con desespero, que sus labios estaban fríos, vacíos sin los mios sin proposiciones obsenas ni juramentos de amor eterno.

Sigilosamente acaricié por sobre su pantalón, me encanta esa tela suave que deja sentir la textura de su entrepierna con generosidad, desatando mi imaginación, mi humedad, mis deseos, todas mis "malas" intenciones. Comencé a manosearlo sin pudor, en silencio, a 120 km por hora no son necesarias las palabras, recordé el comienzo de Bajos Instintos 2 y mi calor aumentó y la entrepierna de él se puso tibia, y un vapor humedeció su boxer para mí. Me ví en la obligación solidaria de bajar el cierre, ya no cabía dentro de él tanto volúmen, su erección se hacía incómoda sin "mi pequeña ayuda" el continuaba en silencio, saboreando ésta nueva forma de regreso a casa, faltaba aún una hora, asi que continué mi acto de presencia ésta vez abrazando su miembro con mi mano sudorosa con movimientos para arriba y para abajo, 10 15 20 minutos qué se yo, sólo sé que él gozaba y esbozaba una pequeña sonrisa, el acelerador de pronto iba en aumento, comencé a lamerle suavemente, recordaba el episodio de un accidente que había habido hace algún tiempo en Santiago en donde una mujer quedó atrapada mientras hacía sexo oral para risa de todos los pacos que concurrieron a socorrer a los calientes accidentados, continué a pesar de la poca conciencia de peligro, saboree cada minuto de placer que le dí en esa carretera. De pronto sin más se detuvo a una orilla del camino y se me abalanzó con todo su deseo desatado, me manoseó con rapidez, me desnudó en un instante, se sumergió en toda mi geografía con ese roce que sólo saben dar los hombres bien peludos, de manos fuertes, que agarran las nalgas de una para moverlas al compás del deseo sumergido, recordé aquella sensación de sofoco que lo vuelve loco, que lo deja satisfaciéndome como a una loba en celo, asique presione su garganta como a él le gusta, y un pequeño quejido de ahogo y de placer me hizo enloquecer varias veces, la lamida de por sí ya lo había dejado bien duro, ya los vidrios estaban vaporosos y nuestros cuerpos pegoteados por el apetito voraz, que una vez satisfecho nos hizo bajar los vidrios para terminar de regresar a seguir dándole en el sofá y finalmente en la cama, fue un regreso muy cansador...como para repetirlo.

4 comentarios:

Pildora dijo...

delicioso maravilloso. para que mas palabras, me recordaste a algo que escribi , llamado necrofilia, lamentablemente como tengo delirios con el blog, lo abro y lo cierro cada que me dan ataques, por eso no mantengo suficientes entradas...

me voy con un delicioso destello de palabras... salud!!!
aha y como me encontro...?

Unknown dijo...

Dioooss! Mujer!! Que cosas tan buenas escribes! Experiencias que dejan pensando algo asi como: Voy a hacerlo! :P

El sexo debe ser creativo y aún más cuando se vive en pareja, eso de hacerlo en el carro siempre es una aventura deliciosa!!

Beshos y gracias por el comment en mi blog! Nos estaremos leyendo! ^^

Erótika dijo...

Transeunte, bueno la pantalla aguanta todo y nos es incondicional, cariños, y no tantos ataques para seguir leyéndote,bienvenido.E.

Ange, me complace saber que te ha motivado ésta iniciativa, satisfacción garantizada, científicamente comprobado, jajaja.

Juan de Marco dijo...

El pasado te condena

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