Por
estos días caen las hojas de otoño y
caen los recuerdos de malos amores, ya
he hecho de todo: ponerme ropa al revés,
levantarme con el pie derecho y nada
sigo conociendo puros sapos vestidos de príncipes, es como un zigzag para arriba el ánimo y la sonrisa con el placer de la conquista y el descubrimiento, para de nuevo caer en la
más absoluta desolación ante la triste
realidad: son mentirosos, lo tienen chico, o son sólo para una noche.
El desengaño en algunos casos ha
tardado más y en otros casos menos como aquel que
tardé más de dos años en conocer en verdad, y casi fue mi segundo marido
porque toda escoba nueva barre bien, y no conoces a alguien hasta que convives bajo
el mismo techo, y vaya que lo conocí de ese
lado B que había ocultado tan bien
mostrando sólo lo que queria que yo viese para envolverme como en una telaraña creyendo
que estaba atrapada y tendría que aceptar sometida por la razón o la fuerza.
Cierto,
me sentí ridicula y a pesar de mis
treinta y siempre me senti burlada como una adolescente ingenua y absurda,
ansiosa en demasía por creer de nuevo en
el amor, en reconstruir sobre nueva tierra y nuevas sábanas, caí como una tonta
sobre promesas ingenuas que sólo con el pasar del tiempo reconocí: estaba en
manos de un mal amor, de un espejismo
de cupido que el tiempo hizo atenuar y destruir.
Luego
de estrellarme de frente con el
pavimento de lo que si es verdad pienso en un SEXORCISMO, para alejar los malos amantes, la mala suerte en
el amor y volver a dejar mi corazón con
la puerta entreabierta, y esta vez
apuntarle a encontrar un buen amante un buen hombre que sea más bien un
compañero de vida y de placer, ¿será posible sexorcizarse?
Estos
meses de abstinencia – de sexo de a dos-
han sido beneficiosos, he
descubierto las bondades del sex shop y que es mejor un amante siliconado que
uno poseido por los celos o el alcohol,
está siempre listo y literalmente “con las pilas puestas”.
Y talvez sólo talvez me atreva a caer de nuevo
en tentación, por que si bien es cierto
los cm están asegurados con mi juguete.
Los besos, la tibieza y las caricias se extrañan sobre todo en este invierno
que se apronta a invadir con su escarcha las paredes de mi memoria,
y la ventana de mi habitación.
Si
bien la fauna masculina es diversa,
todos tienen su encanto y saber elegir
definitivamente no es mi fuerte,
idealizo, suspiro y me quedo mirando el
techo pegada pensando en el susodicho candidato a amante como si fuese el
ideal, no puedo evitarlo la adicción al
amor es así, vez lo que no es, pero he
llegado a la conclusión de disfrutar al equivocado mientras llegue el indicado.