Sólo un silencio, y el roce de unos labios que hicieron florecer la huida cruda de sus juramentos. La distancia y la caricia que despierta todo un mundo de huracanes. Sentido, más sabio; concho desperdiciado en una copa, con ganas de beber, pero sin culpas.
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Sólo un silencio, y el roce de unos labios que hicieron florecer la huida cruda de sus juramentos. La distancia y la caricia que despierta todo un mundo de huracanes.
Sentido, más sabio; concho desperdiciado en una copa, con ganas de beber, pero sin culpas.
Aun tiemblan las manos, y otras cosas más.
Juan De Marco.
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