viernes, octubre 11


Los minutos eran especialmente llenos de ansias, pasando una a  una las estaciones de metro que parecían eternas para llegar hasta a El, las manos sudorosas, temblor  en las rodillas y la entrepierna  perdida en miles de porqués, habían sido años postergando el encuentro, ¿cómo sería su olor, cómo sería su boca,  cómo tocarían sus manos, cómo sería su sexo?.
Llamaba a cada minuto para saber por donde iba, cuanto tardaría, para decirme cuanto me deseaba tener,  una vez allá  abracé  la escalera mecánica entregada al destino, y allí estaba al fin, esperándome a la salida del metro con una enorme rosa en la mano,  cual Romeo esperando su Julieta,  para entregarme aquel  capullo rojo intenso en la mano,  al igual que su corazón.
Y el saludo  frente a frente terminó en una invitación espontánea a pasar el fin de semana  juntos, y yo  seducida por su encantadora sonrisa y sorprendida por su atrevimiento por supuesto  me hizo aceptar, para conocer más a aquel descarado exquisito, y no me arrepiento, muy por el contrario.
Ambos  necesitábamos adrenalina y desconectarnos del mundo. Nos alejamos del tránsito y la contaminación,  y lo que iba a ser un encuentro pasajero, terminó entre las sábanas de una playa cercana, y fue un fin de semana maravilloso, como si nunca hubiésemos estado sin tocarnos, sin olernos, sin hablar desnudos de  cuerpo  y alma,  caminando de la mano como viejos amantes junto al oleaje cómplice, sin prisa.
Una vez en la habitación con vista al mar nos sobraba la ropa, y estuvimos  recorriéndonos a la luz de  la luna, enredados en el silencio descubriéndonos, beso a beso,  queriendo más.
Y el deseo se quedó con nosotros  sin  preguntas, todo naturalmente dulce y cómplice, la naturaleza, nuestros cuerpos todo  formando parte del paisaje  mientras se deshojaba el calendario  dejando la vida pasar, el deseo aumentar y la amistad con  ventaja  acurrucándonos por mucho tiempo sin tiempo.
A veces somos demasiado racionales y dejamos pasar muchas oportunidades de ser  felices – estado  momentáneo y finito-  analizando hacer o no  hacer, vivir o no vivir lo que sólo se puede  ver florecer de una sola manera, en otras palabras  me dejé llevar y hacer, en virtud de la experiencia y  en contra de la anacrónica crianza que invita a hacerse la difícil  y postergar y postergar mordiéndose  los labios, hasta estar bien segura de aquello que   jamás nos entregará certezas: el amor.
Y el  amor  tiene distintas caras, dosis y maneras de  atravesársenos en el camino y ésta era una de ellas,  perdiendo la cabeza en esos brazos, en ese hombre que de pronto había aparecido lleno de placer y extrema dulzura.
Su voz tenía un tono de sutil abandono, cansancio de la rutina y del mundo, sobre todo en tan ajetreada ciudad al igual que yo. Veníamos  desandando  relaciones sin horizonte, a costa de una soledad implacable que nos arrojó el uno al otro. Hasta que el destino me llevó a otro a dejarle ir…
Y me quedo con sus ojos perdidos en mi al despertar, con su cara de fascinación al sentirme acariciarle, con el recuerdo de  dejarnos caer al colchón sin secarnos al salir  de la ducha húmedos y hambrientos, aún sin falsas promesas, fuimos uno día tras día,  un escape exquisito lleno de lujuria, pasando a  la mansedumbre de quien se  desea y se escucha.
La vida está llena de momentos de pasión incluso sin expectativas, más que disfrutar el presente, esos que  vimos atardecer tantas veces, a cada palabra  a cada  suspiro, a cada roce. Borrando huellas pasadas, amargos  vestigios de  amores  que no nos merecieron por diversos absurdos de  un kara inexplicable que jugó con nosotros  que unió nuestros cuerpos, aún a pesar de esta súbita distancia, las sensaciones no se olvidan y el reflejo de nuestros alientos y miradas  tampoco.

Es cierto que los amores inesperados siempre duran más, no hay expectativas, no hay plazos ni  comienzo ni fin, sólo son, sólo están uno con el otro  alli, mientras la pasión hable y diga que seguirá , pueden ser semanas , meses  dejándose llevar por el deseo de uno por el otro seduciendo y seducida, amada y disfrutada, sudada y agitada, beso a beso, roce a roce, simplemente descubriendo que se puede estar con la persona correcta en el momento menos planificado.

Hasta que la vida nos arrastre de nuevo con su marea  caprichosa y su oleaje caprichoso lleno de  remembers…


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