
Siempre se comenta lo inolvidable del primer amor, en mi caso lo memorable no es ese, ni tampoco mi primer amante, sino mi primer beso. Recuerdo que fue en un viaje al sur a Puerto Dominguez habíamos viajado largas horas al funeral de un pariente, la cosa es que el aroma a cadáver era insoportable en medio del verano, allá el velatorio dura muchos días y las aves carroñeras alrededor de la casa terminaron por espantarme .
Me fui a disfrutar del paisaje del lago al otro lado del cerro, pronto apareció en un bote un indio guapo que había estado en la casa dando las condolencias, tenia una sonrisa radiante y un cuerpo esculpido cada dia con el andar de los remos, me hizo adiós con la mano y yo correspondí, pronto se dirigió a mi orilla y me invitó a subir, por supuesto me fui con él en su pequeña embarcación y, una vez en medio del lago, se abalanzó sobre mi para besarme suavemente. Yo en ese entonces ni siquiera sabía besar como debe ser, de hecho habría la boca y mi lengua escapaba timidamente al movimiento de la lengua del enamorado de turno.
La sola idea de chocar las lenguas me horrorizaba, para qué decir lo que vendría dspues de eso. La cosa es que el indio era casi un desconocido y besaba tan magnifica y fogosamente que no importaba si se volteaba el bote allí mismo. Sus labios exquisitos me hicieron perder la noción del tiempo, y pronto fui yo quien asomó la lengua para jugar con la suya, era "ahora o nunca" allí mismo me di cuenta de lo que me había perdido, sentir los labios latiendo con ganas de que el calor bajara por todo el cuerpo.
Me atreví por que pasaría mucho tiempo más para volver a verlo, y él se atrevió por que yo no tenía donde escapar, debo confesar que aún no he aprendido a nadar o posiblemente habria escapado y no habría recorrido el camino que me convirtió en Erótika.