
Confieso saberme con fuerza de voluntad, resistente a análisis sobre mi forma de ser de vestir y de hablar, me he cerrado como una ostra frente a críticas e imposiciones desde hace muchos años, pero ahora resistirme a la tentación se me está haciendo muy difícil.
El tema de los toy boys es anecdótico y lo veo desde muy lejos enterrada en el sillón, ya que en la cama no me interesa caer en el jueguito de maestra ya que me gusta mas el rol de seducida, y hasta un poquito de fuerza varonil sutil y bien aplicada, pero Rodrigo que cumplió hace unos meses los 18 no deja de insistir, allí con su 1.90 y mucho más por crecer, con su rostro de ángel y su cabello rubio me atormenta como sólo un pecado puede hacer.
No podría ser mi hijo, pero cara tiene de niño, insiste con mensajes en Facebook, llamadas telefónicas y pidiendo desesperadamente verme por cámara web en el Messenger, sé que quiere sexo, sé que quiere experimentar y lo peor “que le enseñe”.
Le advertí que no puede andar ofreciéndose así por la vida con alguien que no conoce, esta el SIDA y esas cosas terribles y asquerosas por la promiscuidad, sin embargo no escarmienta y continúa allí listo y dispuesto para que haga lo que quiera con el, como si fuera un pedazo de amante insaciable listo para usar a mi antojo.
La idea de esa lujuria dormida es exquisita, así como también el sabor de la adrenalina y la aventura: posible y cercana, se siente como estar junto al botón rojo de la bomba nuclear, en que está a tu alcance cambiar el curso de las cosas con un solo dedo.
Confieso que me siento atraída por la carne fresca, quien no, pero ser una vieja verde no esta en mis antecedentes, soy una mujer correcta me digo y redigo, y una no puede andar regalándose por la vida, eso hace una mujer decente y madre de familia.
“Date el gusto” me dicen mis amigas, es la fantasía de muchas que ni siquiera sueñan con tener la oportunidad de estar a la moda, hace unos años era impensado mostrarse con un hombre más joven, pero no me cabe duda que la vergüenza no se compara ni supera al encuentro incansable y apasionado que debe ser una máquina sexual de esa edad, como debe ser un joven lleno de fortaleza y vigor.
Claro que si se me anda ofreciendo así es porque ya lo ha hecho antes con alguna niñita de su edad, al menos sé que no es virgen, sólo un ángel caído lleno de entusiasmo.
No pensé que sería tan persistente, ya lleva casi dos años esperando su hora de tenerme, me encanta que me acose virtualmente, para el ego es bueno, y para el una meta.
Pero sigo aquí resistiendo con la ropa puesta, ahogándome en los prejuicios y negándome a esa aventura incestuosa. Recuerdo cuando me aviso que cumplió 18 me sentí tan ridícula, ya le había dicho mis reservas por su corta edad, pero me confeso que su edad era menor a los centímetros de su encanto y comencé a imaginar y pensar en el desprecio a esos 20 cm de placer.
Y aquí estoy viviendo al sur del mundo, en plena primavera, y con pequeños espejismos de fogosidad y este calor que me hace escribir estas ideas rebeldes y libidinosas.